El joven Akuma una vez terminado de hablar con la dirección del instituto, se dirigió a la habitación que la habian asignado.
Llevaba solo una mochila y en la mano derecha su fiel carpeta con unos pergaminos antiguos.
Tras pasar un largo pasallo algo oscuro, apenas iluminado por unos cuantos reflejos de luz que entraban por las ventanas, cubiertas por las cortinas de un color rojizo, el muchacho llego a su habitación.
Asi que aqui es... dijo en voz baja.
acto seguido dejo la mochila en el suelo y se tumbo en una cama sin molestarse apenas de ver su alrededor.